Quizá la tentación sea responder que quien la fabrica. Pero no es tan sencillo. Y no lo es porque quien la fabrica agrega conocimiento que proviene de muy diferentes agentes. Solo hay que ver la cantidad de componentes que se montan en una MTB para reconocer que allí cada proveedor está aportando lo que sabe: transmisión, frenos, ruedas, cubiertas o suspensiones por citar algunos ejemplos. Sin embargo, la bicicleta de montaña no nació a propuesta de los fabricantes sino de quienes las usaban.
Allá en la California de los años 70 del siglo pasado comenzaron a personalizar las bicicletas. Para que pudieran recorrer aquellos míticos senderos como el Eldridge Grade o el Pine Mountain (por citar algunos de los que han sido utilizados por Marin Bikes en sus modelos), tuvieron que adaptar horquillas delanteras, cubiertas o incluso la geometría de los cuadros. En otras palabras: nacieron las breezers, en honor a Joe Breeze, uno de los pioneros. Esta es la clave que explica este proyecto de investigación de cara a la tesis doctoral: la aportación de conocimiento que quienes practican MTB realizan a las bicicletas.
«Joe Breeze» by Alba vasconcelos – Own work. Licensed under CC BY-SA 4.0 via Commons.
Por supuesto que la pregunta que da pie a este primer post implica una respuesta compleja. En una bicicleta de montaña hay al menos conocimiento de estas cinco partes:
- La marca, esté más o menos implicada en el proceso de fabricación y montaje.
- Los proveedores de los diferentes componentes.
- Los distribuidores, bien lo sean mediante canales de tienda física o en formatos online.
- Los centros tecnológicos, universidades y otros agentes vinculados a las tecnologías implicadas en la fabricación de una MTB o en otros aspectos de gestión del sector.
- Las personas que compran, usan y adaptan las bicicletas con las que salen a disfrutar pedaleando.
Este es el punto de partida. Este proyecto de investigación va a indagar en el quinto elemento, aquel que Aristóteles denominó éter.
