Hay un antes y un después del software de código abierto. Y es que frente al desarrollo de programas realizados «puertas para dentro» y cuyo código no era accesible, la culminación de Linux como sistema operativo alternativo al todopoderoso Windows hizo que emergiera otro modelo de gestión del conocimiento hasta entonces desconocido. Se trataba simplemente de compartir lo que se sabía considerando que ese conocimiento pertenecía de alguna forma al bien común y que no debía ser guardado bajo siete candados.
Naturalmente esa forma de proceder chocó contra el sistema empresarial imperante. ¿Cómo era posible que ese conocimiento abierto compitiera contra grandes empresas multinacionales? Algo parecido puede decirse del fenómeno de la Wikipedia frente a otros modelos de negocio como la Enciclopedia Britannica por ejemplo. O Firefox frente a navegadores como Chrome de Google o Edge (antes Internet Explorer) de Microsoft.
Open-source hardware (OSH) consists of physical artifacts of technology designed and offered by the open design movement. Both free and open-source software (FOSS) as well as open-source hardware is created by this open-source culture movement and applies a like concept to a variety of components. It is sometimes, thus, referred to as FOSH (free and open source hardware). The term usually means that information about the hardware is easily discerned so that others can make it – coupling it closely to the maker movement.
Este texto está extraído de la Wikipedia en inglés. Sí, se alinea con la cultura open-source y el movimiento open design. Nuevos modelos para los tiempos contemporáneos. Pero, ¿y qué hay de lo que una marca sabe de una bicicleta? ¿Cómo trabaja con ese conocimiento? Eric von Hippel en uno de sus textos fundamentales, el libro Democratizing Innovation, comenta en muchas ocasiones que usuarios y fabricantes no circulan habitualmente por los mismos carriles de innovación. No les mueven los mismos intereses.
Los usuarios líderes, esos que marcan tendencia y que quieren satisfacer sus necesidades cacharreando con el producto, suelen ser personas a las que les gusta compartir lo que hacen. En parte les divierte y en parte «es lo normal». Cualquiera quiere compartir aquello que le apasiona con otra gente a la que… ¡le apasiona lo mismo!
Cacharrear es lo que hacían los pioneros. En aquellos años 70 del siglo pasado no había Wikipedia ni Internet ni nada similar. Pero compartían sus inventos y buscaban esa extraña mezcla de competición y colaboración que surgía de las primeras carreras. Coopetían, aunque el palabro no estuviera inventado.
Las marcas están ahí con sus productos, patentan y protegen su conocimiento. Los usuarios lo retuercen, lo comparten, lo divulgan y, en definitiva, lo «sobreexponen» a través de sus comunidades, sean presenciales u online. Dinámicas diferentes que deben entenderse entre sí para beneficio mutuo. Con la velocidad a la que evoluciona el producto quizá resulte chocante seguir pensando en los beneficios de la protección. Pero de todo debe haber. ¿Llegaremos a entender las bicicletas de montaña como artefactos de código abierto por decisión de las marcas? Quizá, aunque no lo quieran, ya casi casi… ¡es así! Demasiados ojos mirando, demasiados manos jugueteando, demasiada pasión como para contenerse 😉