Una de las maneras a través de las cuales se «vende» MTB son los eventos, más o menos competitivos, que cada vez con más frecuencia se organizan por doquier. Además, son un imán para que las marcas se hagan notar viajando con el propio evento o de la mano de sus ciclistas esponsorizados, convertidos ahora en estrellas del espectáculo.
Pues bien, parece que este año, la Titan Desert 2016 da un paso al frente y «espectaculariza» más si cabe la prueba. Todo sea por darle más cobertura mediática y ocupar más ancho de banda en la atención del público. Entre otras novedades, se va a proporcionar cobertura de Internet en los campos base donde finalizan y comienzan las etapas. No podía ser que quienes protagonizan la prueba no reventaran las redes sociales con su información de primera mano. Además, habrá más cobertura televisiva.
La reflexión es evidente: las marcas buscan vehículos de conexión emocional con la gente y este tipo de pruebas que recurren a la épica son una oportunidad fantástica. Claro que hay que incorporar ciertas dosis de fun&flow porque también se abre cada vez con más fuerza el segmento de la diversión frente al del esfuerzo agónico. Así que se trata de ajustar las dosis adecuadas de épica y diversión.
El «evento» en su sentido más amplio -la Titan sería un ejemplo válido- es hoy una gran oportunidad para que marcas y usuarios interactúen como si estuvieran dentro de una película. Esta idea de mezclar ficción y realidad la ha manejado entre otros Christian Salmon, quien publicó en 2007 su libro Storytelling la machine à fabriquer des histoires et à formater les esprits, traducido al año siguiente: Storytelling la máquina de fabricar historias y formatear las mentes, en Ediciones Península.
No cabe duda de que las marcas necesitan ganar terreno en esos lugares donde el usuario/cliente experimenta sensaciones únicas. La Titan Desert es un escaparate perfecto. ¿Épica y diversión al servicio del marketing? Nada nuevo bajo el sol, ¿no?