Cuanto más analizo el caso de la Orbea Oiz, más me doy cuenta de que la referencia no es tanto el producto sino quienes lo usan. Porque al dar la vuelta a la perspectiva, el producto de repente adquiere nuevas posibilidades en su desarrollo. Y es que, aunque se pudiera pensar en que estamos ante un producto de nicho, la realidad es más compleja. Dentro del nicho continúa la segmentación de usuarios. Nunca como ahora la personalización tuvo tanto sentido.
Las conversaciones en el foro evidencian que los usuarios se podrían clasificar en diferentes grupos de acuerdo con su sensibilidad hacia cierto tipo de variables. Entre ellas, por ejemplo:
- Su sensibilidad y posicionamiento frente a la marca
- Su sensibilidad al precio
- El vínculo con el producto (extended self)
- El grado de exposición a moda
- El gusto por la experimentación
- La importancia concedida a la estética
- La orientación a rendimiento
- El grado de tolerancia a la frustración
- El grado de conocimiento tecnológico
- El background personal
Esto hace que pensar en un «usuario lider» sea más complejo de que lo cabría pensar porque en función de qué es lo que se busque parece lógico pensar en unas u otras personas. Así, si la marca quisiera abordar aspectos relacionados, por ejemplo, con la estética, lo lógico sería buscar usuarios con esa sensibilidad, ¿no? Sí, puede parecer obvio pero esta perspectiva desde el usuario y no desde el producto ensancha mucho las posibilidades de colaboración.
En fin, lo dicho. Más allá de que la Orbea Oiz sea un producto de «nicho» resulta que allá dentro hay muchos otros «nichos» 🙂