Cuando buscamos sectores en los que la innovación que procede de los usuarios sea de verdad relevante hay uno que casi siempre me viene a la cabeza: las personas con discapacidad física. Lo escribo así pero como podréis comprobar al finalizar la lectura de este artículo, puede que nunca como ahora esa palabra -discapacidad- esté superada por los hechos. En realidad lo que debe suceder para encontrar casos auténticos de innovación de usuario es que el producto o servicio sea de verdad relevante para la persona. Relevante hasta… ¡ser tú misma/o el producto!
El caso paradigmático sería el de Hugh Herr. En esta parte del sur de Islandia es quizá más conocido en los últimos tiempos debido a que se le concedió el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2016. Este hombre, apasionado de la escalada, sufrió la amputación de sus dos piernas por debajo de las rodillas debido a un problema de congelación. En un desgraciado episodio él y otro compañero se desorientaron en una tormenta y tuvieron que pasar tres noches a temperaturas de casi 30 grados bajo cero. De ahí que se quedara sin sus dos piernas. Esto le sucedió a los 17 años. Así fue como pasó al equipo de los «discapacitados». Pero…
A partir de esta supuesta discapacidad comenzó su otra vida, esa por la que ha recibido reconocimientos públicos: el desarrollo de prótesis. El caso es que llegó a desarrollarlas con tal diligencia que consiguió volver a escalar y a ¡hacerlo mejor que cuando «solo» tenía sus piernas «de verdad», aquellas que la naturaleza le había proporcionado! Para ello estudió ingeniería mecánica y luego se doctoró en biofísica. Hoy lidera el grupo de Biomecatrónica en el MIT Media Lab. Una historia fascinante, ¿verdad? Y desde la perspectiva de nuestra investigación, ¿cómo deberíamos calificarlo? ¿Lead user?, ¿alguien que extiende su yo a través de las prótesis?, ¿un ultrafan de la protésica?, ¿un cyborg en toda regla? Mejor lo dejamos sin una definición única porque seguramente hay tantos matices que no hay forma de llegar a encajarlo en una taxonomía determinada.
Pero, claro, nos interesan estos casos extremos. Ilustran muy bien cómo desde la experiencia vital se recorre un camino que termina en innovaciones espectaculares. De una discapacidad quizá quien más sepa sea la persona que la sufre aunque es lógico tener en cuenta también a quienes diseñan y fabrican soluciones. El usuario, el teórico discapacitado, necesita encontrar una salida porque le va literalmente la vida en ello. Seguro que estaría dispuesto a tatuarse la marca de sus prótesis si se acaban convirtiendo en lo que es como persona, algo cerca de la idea de cyborg. Un hecho anecdótico porque lo que importa es salir adelante. ¡Y con capacidades ampliadas respecto a las originales!
Hugh Herr es, como decimos, un caso extremo. Él es el producto, él es el problema y la solución. Usuario y diseñador/fabricante son solo uno. Una fusión única y que ilustra hasta dónde se puede llegar cuando la pasión y la necesidad se juntan en el camino. ¿Puede aprender algo el mundo del MTB? Quizá el caso de Martin Ashton sea un buen ejemplo. No es lo mismo, pero podemos encontrar algún paralelismo porque también, a otro nivel, pero ha sido capaz de volver a practicar descenso en bici de montaña. Alguien que por un accidente sufre parálisis y que es capaz por fin, con una bicicleta adaptada, de realizar el descenso de Fort William en Escocia, un trazado de Copa del Mundo.
Para entender cómo fue posible, copiamos aquí un breve texto en el que se explican las adaptaciones que fue necesario realizar. Está tomado del artículo Paralysed cyclist completes world’s hardest downhill course publicado originalmente en The Guardian.
Instead of a saddle, Ashton’s modified Canyon Sender CF bike has a Tessier ski chair that was adapted to fix to a standard mountain bike seat post. Ashton, who lives in south Wales with his wife and son, was strapped into the chair and his feet attached to the pedals, which he is unable to turn since his injury.
The second major modification was an electric motor to keep Ashton rolling wherever the trail headed. On the Fort William run Ashton used the motor wherever he would normally have put in pedal strokes: to power out of corners, grab a burst of speed, accelerate into takeoffs and maintain momentum on the flat or on rises.
A lot of technical design, engineering and 3D-printing work was carried out by Gareth Jones at Mojo and Tom Wheeler at Not Broken to keep the Tessier ski seat level, to keep the cranks and pedals at the correct angle for Ashton’s feet and to secure the battery mount to the frame.
Por último os dejo un par de vídeos para entender las adaptaciones en la bici y el descenso «festivo» de Martin Ashton en el trazado de Fort William. Seguro que yo, sin ningún tipo de parálisis, no sería capaz. De los dos vídeos, con el segundo seguro que hacéis una risas 🙂
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