Uno de los marcos para mí más útiles a la hora de comprender diferencias individuales es el que nos presenta la teoría de roles de Meredith Belbin. Es cierto que se aplica sobre todo para el análisis en entornos de trabajo pero su lógica se extiende más allá. Resumiendo mucho su propuesta, clasifica los posibles roles que una persona puede desempeñar en tres grandes bloques dentro de cada cual se incluyen, a su vez, otros tres roles específicos. Los bloques distinguen entre roles orientados a la reflexión, a las relaciones sociales o a la acción.
Un equipo no es un conjunto de personas adscritas a determinados puestos de trabajo, sino una congregación de personas donde cada uno de ellos desempeña un rol que es comprendido por el resto de miembros. Los miembros de un equipo negocian entre sí el reparto de roles y desempeñan de manera más eficaz aquellos que les son más naturales.
Si trasladamos esto a una comunidad de usuarios como la que analizamos en nuestra tesis doctoral, enseguida se cae en la cuenta de que los comportamientos orientados a la acción son muy relevantes. «Hacer» se convierte en pura necesidad. Las conversaciones generan por una parte el sustrato de reflexión suficiente y sirven también para desarrollar relaciones sociales, pero donde emerge la esencia de la comunidad es en la acción: hay que tocar la bici con las manos, cambiar componentes, experimentar montando y desmontando. Ahí, en ese hacer, muchas de las personas de la comunidad se descubren ante su auténtica pasión. De ahí que en nuestra investigación también tomemos referencias de las comunidades de práctica tal como fueron en su día presentadas por Etienne Wenger.
Si pensamos en un hobby cualquiera, en el fondo no es sino el reflejo de una tendencia natural de ciertas personas a «hacer». Las comunidades proporcionan un sustrato estupendo para que ese hacer disponga también de reflexión y socialización. Por eso la frase que da título a este post: tienes que hacerlo para entenderlo. A partir del saber que proporciona la comunidad todo es más fácil. Los recursos están ahí, en el foro de discusión, pero nada de ese conocimiento tiene sentido si no se experimenta.
A esta idea de los roles de Belbin hay que añadir la fuerza actual de lo colaborativo y cómo el consumo (en este caso con un producto que permite claramente la extensión del yo) sirve de base a la creación de comunidades. Los trabajos de Rusell W. Belk y de Kimbery J. Dodson complementan muy bien el sustrato de Belbin. Lo comento aquí porque de alguna forma me sirven como triángulo estructural para explicar lo que sucede en una comunidad de usuarios como la de la Orbea Oiz:
- Pasión, yo extendido proyectado desde el producto bicicleta
- Bicicleta como posibilidad de desarrollar experiencias cumbre
- Los tres grupos de roles (acción, reflexión y social) para explicar los dos elementos anteriores.
La imagen es de Bruce Guenter en Flickr.