Algo bien sabido es que el conocimiento presenta dos características paradójicas: se almacena y fluye. Es lógico que se desee almacenarlo para que pueda estar a disposición de otras personas. Buena parte de lo que una persona sabe es muy probable que termine en algún tipo de soporte. Así se favorece que otras personas puedan aprehenderlo sin necesidad de que esté presente quien lo generó. A esto se le suele llamar explicitar conocimiento, por contraposición a aquel que permanece tácito. Si os interesa el tema podéis leer a Polanyi o a Nonaka y Takeuchi.
Por otra parte, también parece lógico que lo que se sabe se quiera compartir. De acuerdo, puede haber excepciones, pero para que el conocimiento adquiera sentido -en tanto que contribución al progreso colectivo- necesita ser difundido. Las cosas se cuentan para compartirlas y que formen parte del acervo social. De esta forma no se reinventa la rueda constantemente y las generaciones venideras pueden aprovecharse de los descubrimientos de quienes les precedieron.
Von Hippel asigna en su libro Free Innovation dos características básicas a quienes innovan como usuarios dentro de la economía doméstica (por contraposición a la de la industria organizada en tanto sector de actividad): lo hacen en su tiempo libre y no son activos para proteger lo que descubren. Claro que esta segunda característica se contrapone a la forma en que las empresas suelen trabajar con su conocimiento. Cláusulas de confidencialidad y otras maneras de proteger la propiedad intelectual son moneda de uso corriente. Pero el usuario lo que quiere es, la mayor parte de las veces, compartir lo que sabe con otros usuarios que, de esa forma, también compartirán. Todos salen ganando.
Este es un asunto delicado por cuanto evidencia dinámicas muy diferentes en las marcas y en las personas usuarias. Es cierto que estas suelen entender la posición de las marcas, pero no deja de ser un problema porque la gracia del asunto es compartir con la comunidad.
¿Tiene sentido avanzar en la línea de liberar conocimiento y patentes al estilo de como lo planteó Tesla en su momento? ¿Son mercados diferentes que no pueden compararse? ¿Y si hablamos de las bicis eléctricas tampoco? Dejo las preguntas en el aire. Sé que las respuestas son complicadas, pero de una u otra forma esta cuestión de compartir lo que se sabe genera ruido en la relación usuario-marca.
La imagen es de Timelezz Photography en Flickr.