Datos técnicos y valor aportado al usuario de MTB

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Excavar

Ya hemos hablado en varias ocasiones sobre los datos alrededor de la práctica del ciclismo. Datos son negocio, hoy más que nunca. Pero es que, además, entre otras cosas hay un fenómeno de por medio, Strava, que da mucho juego desde el punto de vista de la crítica y el análisis. Pero más allá de esos datos derivados de andar en bici, quizá no hemos comentado por aquí la relevancia de otro tipo de datos: los que puede proporcionar la propia bicicleta sobre su funcionamiento a base de introducir en ella más sensores.

Hoy la industria parece que o es 4.0 o no tiene su futuro garantizado. Asistimos a una nueva era en la que la fusión de lo físico y lo digital proporciona nuevas líneas de negocio. Así, en el caso, por ejemplo, de la fabricación de máquina-herramienta, la monitorización de cómo se comporta una máquina vendida a un cliente proporciona al proveedor un as del que antes no disponía. Eso sí, la pelea parece que tiene que ver con la propiedad de los datos. Si antes se vendía ahora quizá se ofrezca en renting. Parece que quien tiene los datos tiene el poder.

Es lógico que los fabricantes de bicicletas de primer nivel colaboren con centros tecnológicos para obtener datos de sus ensayos. Límites de flexión de materiales, resistencia a impactos y mil pruebas más que son obligación para fabricar productos de calidad. En general, se trata de datos técnicos que suelen quedarse dentro de los límites de confidencialidad obligada entre ambas partes. Los usuarios son solo quienes reciben el resultado de esos análisis a través de diseños coherentes con lo que dicen los datos.

La pregunta es evidente: ¿tiene sentido abrir al usuario ciertos datos que hasta ahora circulan solo dentro de esos canales? ¿Aporta valor en la relación usuario-marca ese tipo de dato? Lo que es evidente es que cada vez hay más conversación alrededor de los datos y de su análisis. Por poner un ejemplo: los miembros del foro de discusión de la Orbea Oiz disfrutarían con esos datos como niños con zapatos nuevos. Más allá de lo que una marca gane o pierda en cuanto a confidencialidad, la conversación de animaría más si cabe.

Datos y más datos, materia prima de los nuevos negocios. Si yo fuera una marca de bicicletas andaría dándole vueltas a cómo usarlos ¡con imaginación! Y no me olvidaría de que los usuarios están ahí, dispuestos a consumir esa información para ganar confianza con la marca. Ahí lo dejo 🙂

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