Supongo que es un cierto reto argumentar de qué forma el análisis de un caso único representa una investigación de suficiente nivel para una tesis doctoral. Menos mal que tenemos autores de cabecera que han abierto el camino y que nos aportan los mimbres con los que tenemos que componer el cesto del rigor científico. Entre estas referencias una de las más socorridas es la de Robert K. Yin y su best seller (al menos en este mundillo académico, jeje): Case Study Research. Design and Methods.
El caso es que Yin determina cinco condiciones para que el caso único sea una opción válida:
- Representa un caso crítico para explicar una determinada teoría.
- Supone un caso único o extremo que no admite otro similar (el caso de enfermedades raras, por ejemplo).
- Se muestra como un caso típico y representativo al máximo de la media de lo que se analiza.
- Es revelador para quien investiga por cuanto se le presenta una oportunidad única de observación ante algo que antes era inaccesible.
- Permite un estudio longitudinal del mismo caso a lo largo de momentos o circunstancias diferentes.
Pues sí, cuando leí estas condiciones, que eran las que podían hacer que un caso único fuera pertinente, me llevé una alegría. Entonces comprendí que el hilo de discusión de la Orbea Oiz en ForoMTB podía ser digno de servirme para mi doctorado:
- Es un caso crítico para explicar cómo innovan los usuarios.
- Es un caso que por el volumen de información proveniente de los usuarios se hace único: 3.300 palabras/día (o lo que es igual, unas 4 millones de palabras ya contabilizadas desde que nació).
- Es un caso típico de innovación de usuario, donde estos intercambian opiniones al margen de la marca.
- Es una oportunidad única de observación porque al ser público se puede volcar a una base de datos estructurada.
- Permite seguirlo a lo largo del tiempo, en este caso lo será durante casi cuatro años.
Pues eso, que trabajamos con caso único. Y no buscamos validez sino más bien transferibilidad. Pero esto da para algún que otro post 😉
