He leído recientemente que la Fundació Catalana per la Recerca i la Innovació (FCRi) y todas las universidades catalanas, con el apoyo de la Generalitat, organizaron una jornada en la que doce estudiantes de doctorado competían para explicar en cuatro minutos su trabajo al público en la que era la primera edición de este concurso. Podéis leer más detalles en este artículo de La Vanguardia: Cómo explicar una tesis doctoral en cuatro minutos.
Según parece, todo necesita pasar ese filtro de que nadie tiene hoy tiempo de escuchar algo complejo y, claro, si me lo resumes, mucho mejor. Hay que comprimir para impactar en la audiencia y cautivar. Hay que convencer con la fuerza de la comunicación. Atrás quedará tu aportación de valor. La vara de medir es otra: la gracia suficiente para convencer a quienes no tienen tiempo más allá de esos cuatro minutos de gloria que te han concedido.
Vale, admito que la iniciativa puede acercar al gran público un territorio que se mueve en las antípodas de la sencillez. Pero, ¿todo hay que pasarlo por el tamiz de la presentación exprés en la que no hay sino cuatro minutos? ¿Nadie tiene tiempo para nada? ¿Hay que claudicar y pasar por el aro? No es una pataleta de quien ha dedicado tiempo a su tesis doctoral; es una simple observación respecto a la sobrevaloración de entregarlo todo masticado y en formatos digeribles. Mejor en papilla; nada de alimentos originales. Más allá de la calidad científica del producto importa su cosmética. Muy en línea con el desplazamiento desde la razón hasta otros oscuros vericuetos de la moderna comunicación corporativa.
Por supuesto, el público podía votar. Cada doctoranda/o pasa por la turmix del noble arte de cautivar a la audiencia. TEDx comprimido en formato YouTube: ciencia a razón de cuatro minutos por cabeza. Ni más ni menos. Con el espectáculo del reloj que va descontando segundos de esos fatídicos cuatro minutos. Tus años de doctorado terminan ahí: la sociedad del espectáculo encuentra nuevos payasos con los que reírse.
La ganadora fue Alicia Sánchez y se llevó 3.000 euros. El público, como os decía, votaba para entregar su propio premio, por importe de 1.000 euros, el cual recayó en Abril Sánchez. Entre medias quedaba un segundo galardón de 2.000 euros, que fue para Gabriela Montiel. Ya veis, todo chicas. Pues eso, así tenemos a quienes estudian sus doctorados, ofreciéndoles sus cuatro minutos de gloria para que adquieran fama y pasen a la posteridad.
Bueno, yo me presenté a un concurso, #Txiotesia2 , en el que se trataba de explicar tu tesis en seis tuits. Aunque lo hice en verso, no gané 😀