Bicis y nuevas formas de movilidad urbana: el caso de las calles desnudas

Facebooktwitterpinterestlinkedinmail

señal carril bici

Hubo un tiempo en que los objetos eran fáciles de clasificar: una bicicleta, una motocicleta, un coche, una furgoneta, un camión, un autobús. Todos eran objetos que circulaban sobre ruedas con capacidad de desplazarse a cierta velocidad en nuestras ciudades. Bueno, siempre existieron también patinetes y skateboards. Y las niñas y niños usaban triciclos y todo tipo de artefactos para divertirse sobre ruedas. Ah, y no olvidemos a nuestros mayores, con sus tradicionales sillas de ruedas. Sí, hubo un tiempo en que era fácil que cada cosa tuviera su lugar. ¿O no?

En realidad, siempre ha habido artefactos en transición, objetos que evolucionaban y que rompían moldes. Objetos que al nacer planteaban problemas porque, simplemente, eran novedad. Pasó, pasa y seguirá pasando. Eso sí, quizá ahora, de repente, han aparecido un buen montón de objetos que requieren su correspondiente inclusión social. Los humanos nos distinguimos de otros seres vivos porque somos capaces de crear tecnología. Lo que pasa ahora con las bicis eléctricas, los segways, los patinetes eléctricos y cualquier otro artefacto capaz de movernos con asistencia de un motor no es nada nuevo. Simplemente necesitamos tiempo. Pero, ojo, porque según la forma en que se integren, definimos un tipo de sociedad u otro.

En los últimos días he leído un par de artículos en torno a las nuevas movilidades en los entornos urbanos. Por un lado, en I love bicis, el blog de la plataforma de El País coordinado por Pablo León y Miguel Ángel Medina, este último escribía: Patinetes eléctricos, ¿oportunidad o amenaza? Por otro lado, Pedro Bravo en eldiario.es publicaba hace una semana ¿Qué hacemos con los nuevos cacharros de movilidad eléctrica? El tema, ya veis, ocupa y preocupa. Sobre todo a quienes tienen que regular la convivencia en las aceras y calles de nuestras ciudades.

La reflexión, no obstante, me conduce a otra mucho más básica y anterior a toda la regulación que se pretenda desarrollar. Zaragoza, por ejemplo, va a regular el uso de los patinetes eléctricos según su velocidad. Parece lógico. Pero antes de todo esto, antes, mucho antes, la clave está en la educación y en la convivencia. Y aquí es donde recupero el concepto de tráfico social y de calles desnudas, expuesto en su día por el ya fallecido Hans Monderman.

La clave está en el contacto visual, en que nos entendamos con la mirada, en tolerarnos y entendernos. En el monte el peatón tiene prioridad ante el jinete y luego venimos las bicis. Pero muchas veces la gente a pie se aparta para dejarte pasar con la bici. Nos miramos, negociamos, nos decimos gracias, nos saludamos para desearnos una buena mañana o lo que sea. Nos tenemos que ver y tenemos que decidir. Las normas siempre son necesarias como marco común, pero los humanos tenemos que interpretarlas y aplicarlas con sentido común y respeto.

El tráfico social de Monderman pretende eliminar las separaciones que evitan el contacto y la negociación entre las partes. Puede resultar una quimera para muchos, pero ya se hicieron ciertos experimentos con éxito. No conviene delegar en la autoridad una cuestión que podría resolverse mediante respeto. Regular en exceso es costoso y puede volverse en contra de la convivencia porque, en vez de que sea motivo de negociación entre las partes, queda delegada en la autoridad competente.

Hoy en día lamentablemente las ciudades siguen siendo un territorio donde los coches nos ganan por goleada. A pesar de que cada vez tienen más peso las nuevas fórmulas de movilidad sostenible, los automóviles siguen conformando un lobby empresarial con un tremendo poder. Sería triste que nos pegáramos entre peatones, ciclistas, patinadores, skaters y gente en silla de ruedas. Tenemos que buscar más sonrisas y colaboración en las aceras y en los carriles bicis. Tenemos que tener claro que a quien hay que ganar la batalla es al vehículo contaminante. Quiero llevarme bien con quienes pasan a mi lado en las aceras y en las calles y quiero ser responsable de tomar decisiones que requieran contacto visual.

P.D. Un fantástico ejemplo que siempre suelo utilizar es el paseo por el muelle que da a la ría en Burdeos. Una tarde de sábado con buen tiempo está a tope y por allí ves circular humanos a pie, niñas y niños en sus triciclos y patinetes, skaters y gente de cualquier edad en sus bicis. Un buen gentío. Y por lo que he visto allí, en armonía. No es cuestión de pensar en la típica imagen de Hanoi, pero entre regular en exceso y una convivencia basada en la negociación, prefiero experimentar con la segunda. Eso sí, requiere educación. Ahí está la clave, como tantas otras veces.

twitterlinkedinrssyoutubeinstagramflickr

6 Comentarios

  1. Nick

    Buen tema.
    Hay una categoría de peatones con un nivel de percepción limitado que reacciona extraordinariamente mal a la sorpresa.
    Si, exacto, las señoras. Las señoras de más de 70, para ser exactos.
    No importa lo despacio que vayas, ni el cuidado que pongas en no atropellarla: si no te ve llegar y te descubre a menos de 2m. de sí, su reacción será airada, e incluso agresiva.
    No hay negociación visual posible. Te dará con el paraguas 🙁

    Responder
    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Pues ya puedes tener cuidado, porque con los años van, por pirámide demográfica, van a ser un auténtico ejército…. claro que a ver cómo nos comportamos nosotros con 70 años y dando pedales. Ya, claro, con una eléctrica, ¿no? 😉

      Responder
  2. Isabel

    Y no olvidemos de coches y sillas de bebés…

    Muy de acuerdo con lo de negociar, esta sobre legislación nos está convirtiendo en una sociedad que no sabe pensar. Siempre mejor educar.

    Responder
  3. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

    Va a suponer debate, no hay duda. Será una buena prueba para medir la madurez de una sociedad tolerante…

    Responder
  4. peio

    Excelente reflexión, y de acuerdo «la clave está en la educación y en la convivencia». Lo cual no es fácil de llevar a cabo. Y por otra parte, siempre habrá un porcentaje de gente maleducada, ¿como lidiar con ello?.

    Respecto al «contacto visual», Jaguar ha llegado a la misma conclusión con sus vehículos autónomos:
    https://www.xataka.com/automovil/jaguar-encontro-forma-ideal-sus-coches-autonomos-tengan-confianza-peatones-les-puso-ojos

    Responder
    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Siempre tendremos ese porcentaje de gente que se saltará las normas de convivencia. ¿Regulamos para ellos? Siempre pienso que las normas van buscando esas desviaciones en negativo. Quizá la cuestión sea concienciar a quienes seamos educadas/os para trabajar para que poco a poco vengan al redil. Es como cuando vas al monte con la bici. Si llevas mochila, quizá podamos llevar una bolsa de plástico para recoger alguna que otra basura. Si alguien te ve haciendo eso o lo comentas con colegas, vas poco a poco extendiendo cierto criterio de comportamiento.
      Dicho eso, no hay duda, hace falta paciencia y también buscar las formas en que lidiar con esa mala fauna.
      Lo de Jaguar, sentido común, ¿no? 😉

      Responder

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *