Cuando dibujas un mapa con los principales agentes del sector de la bicicleta, no hay duda alguna: sí o sí, Strava ocupa un lugar relevante. En un mundo donde los negocios viajan de la mano de los datos y donde la información es la materia prima para tener éxito, Strava es, con diferencia, quien mejor está colocado en los tacos salida. El volumen de información que le aportamos quienes practicamos ciclismo (y otros deportes, como la carrera a pie o la natación) es espectacular. Y sí, incluso se lo pagamos con cuentas premium.
Solo hay que darse una vuelta por sus heatmaps para ver en vivo y en directo la realidad. Pero lo bueno viene, a buen seguro, cuando se entra en el detalle. Porque los datos globales agregados sirven para captar la atención, pero eso es el chocolate del loro. Lo que de verdad otorga poder a Strava es que parte del dato individual: yo (o tú) hemos realizado tal trayecto, con tal bici, en un día y hora concretos, a una determinada velocidad media y no sé cuántas cosas más.
El fabricante de la bici con la que andamos le podría preguntar a Strava por las prácticas concretas de sus compradores. El ayuntamiento de turno le podría preguntar por la utilización concreta de ciertos carriles bicis o por otros tramos de monte o carretera con un uso intensivo. El dato original parte de que tú y yo subimos nuestros datos a Strava. A través de ese simple acto mediante el cual nos podemos comparar con el resto de mortales que manifiestan la misma costumbre que nosotros (subir datos a Strava), es decir, a través de esa cesión de datos, comienza el espectáculo.
Hace poco hemos sabido el enésimo affaire de Facebook respecto a una sospechosa venta de datos a Amazon, Netflix, Microsoft y otras 150 empresas que pasaban por allí. Me da que pensar que aquí nadie quiere ser tonto y todos miran para otro lado cuando lo que están comprando son datos personales. ¿Es legal lo que me das? Me da igual mientras me lo des. Insisto, nosotros pagamos con nuestros datos, algo que siempre se ha dicho de las «cuentas gratuitas» de Facebook y los demás gigantes tecnológicos. Pero es que, como decía, a Strava incluso le pagamos con las cuentas premium. Negocio por todas partes.
Strava es un negocio floreciente, de eso no hay duda. Su servicio Metro lo dice bien claro: Better Data for Better Cities. ¿Y quién tiene los datos? Pues eso. Así que no te extrañe que lo mismo puedan ofrecer a las marcas: Better Data for Better Brands. Moraleja: echa un vistazo a tu configuración de privacidad.
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