Una empresa debe mantener cierta coherencia en su política de proveedores. Y sí, esto también aplica en el sector de la bicicleta. Deberá seleccionarlos de acuerdo con una serie de parámetros que garanticen la calidad de sus productos y servicios. Hasta cierto punto la empresa funcionará mediante criterios de homologación por los cuales no todo proveedor podrá trabajar con ella. Definidos unos estándares y con unas exigencias de precio negociadas, la empresa dispondrá de su propio panel de proveedores con los que trabajar.
La gama de proveedores es amplia: irá desde los que ofrecen componentes hasta centros tecnológicos y universidades con las que compartir investigación y desarrollo de producto. Seleccionados determinados componentes clave de la bici, es importante establecer vínculos en los cuales las dos partes sientan que la relación es beneficiosa.
Pues bien, una persona usuaria apasionada de su MTB, ¿cómo actúa respecto a sus proveedores? Es evidente que un primer nivel lo constituirá su tienda de confianza en el caso de que la tenga. Allí es lógico que pueda contrastar puntos de vista respecto a materiales y su comportamiento. El abanico de la oferta tiene que ver con lo que la tienda dispone en stock físico, además de lo que puede encargar para esa persona usuaria que se interesa por llevar su bici un peldaño más allá del estándar.
Sin embargo, esa disponibilidad a través de tienda es ínfima si la comparamos con la inmensidad de la oferta online. A través de portales como Amazon, Aliexpress, Wiggle, ChainReaction, Deporvillage, Bicimarket, Alltricks, Bikestocks, retto u otros especializados, como es el caso de las cubiertas en CubiertasMTB, el usuario puede acceder a evaluar miles y miles de productos. Dispone, como siempre, de información de otras personas que han valorado mejor o peor esos productos y tiene a un simple clic la posibilidad de hacer el pedido.
El usuario hoy en día puede probar de todo. Frente a la marca que, normalmente, deberá mantener su coherencia con ciertos proveedores, el usuario es un agente libre que no tiene por qué ser fiel a nadie. Sabe que comprar es lo más sencillo del mundo y sabe que, con paciencia, puede obtener precios fantásticos. El consumismo en estado puro porque sí, ahora sí que sí, comprar es eso que puedes hacer casi sin esfuerzo alguno. Mediante técnicas de marketing digital, los sitios en cuestión se encargarán de recordarte día sí y día también que estuviste buscando tal o cual producto.
Desde luego que los usuarios saben que los proveedores en Internet están abiertos 24/24 y 7/7. No hay momento en el que no se pueda comprar. La tienda del barrio, la de cadena o la que está en un centro comercial mantienen sus horarios de toda la vida. Mientras, el laboratorio de pruebas de Internet, con sus toneladas de componentes, sigue abierto. Demasiada tentación para esos usuarios que quieren experimentar. Nunca como ahora se dio la tormenta perfecta. Los usuarios (al menos, cierto tipo de usuarios) hoy experimentan más y mejor que las propias marcas a base de probar componentes. De nuevo la misma conclusión: la tienda tiene que repensarse a sí misma.
La imagen es de Lyza en Flickr.
¿Y el montaje?
¿Qué porcentaje de tus conocidos cambian ellos mismos los cables y camisas de cambios y frenos?
¿cuantos no acaban yendo al taller porque ese supercambio de 12 piñones para monoplato no va fino?
El mecánico de bicis es dios. Eso no lo venden por internet. Todavía
Estoy de acuerdo en parte. Ten en cuenta que cada vez hay más tutoriales en YouTube para hacer casi todo. Cierto que luego hay una experiencia profesional que no es fácil de adquirir. Pero mucha gente se siente a gusto trasteando con la bici probando cosas nuevas. ¿Cuántos son? Probablemente no muchos, aunque es muy probable que el número vaya creciendo.
Este tiene pinta de ser el típico tema inconfesable:
¿Cuantos no rematan el montaje de lo que compran y tienen que ir a la tienda a que lo ajusten?
Por ejemplo ¿tú cambias un radio roto?
Hay un puñao de tutoriales.