He pasado recientemente siete días en la isla de Lanzarote, en Canarias. Hacía muchos años que no estaba allí y, para mi sorpresa, he encontrado una isla con un elevadísimo número de ciclistas circulando por sus carreteras. De hecho, ya suponía que algo así ocurriría cuando me puse a hacer gestiones para localizar un servicio de alquiler de bicis. Fue entonces, antes de ir para allá, cuando caí en la cuenta de la abundante oferta al respecto.
Tuve mis dudas sobre si coger MTB o bici de carretera, pero al final la cabra tira al monte. Me sirvió para pedalear entre el malpaís y los volcanes o para subir hasta la emblemática ermita de Nuestra Señora de las Nieves. Fueron tres rutas en tres días consecutivos. En Vulcan Bikes, el lugar en el que alquilé la bici, me enviaron muy amables los tracks. Cargados en ese invento que marca un antes y un después del pedaleo, el GPS, me sirvieron para disfrutar de verdad de tres estupendos días.
No cabe duda de que el clima es un factor que allí acompaña a favor. Hemos asistido a siete días idénticos en lo atmosférico: sol, temperaturas muy llevaderas y viento, siempre en la misma dirección. Comento esto último porque no esperes vegetación que te proteja de esas ráfagas constantes. Si acaso algún que otro murete, las construcciones o la orografía del terreno pueden ayudarte de vez en cuando, pero la mayor parte del tiempo es viento: a favor, de lado o en contra. Pero viento.
Así pues, pedalear con una bici de montaña en Lanzarote es una muy buena opción. Sin embargo, creo que predomina el ciclismo de carretera o, al menos, esa sensación se lleva uno cuando ve la tremenda cantidad de gente que asalta el asfalto. ¿Son seguras esas carreteras? Parece que hay debate, tal como puedes leer en este artículo de Lancelot Digital (si lees los comentarios, prepárate para llevarte una buena sorpresa… en negativo). A mí, desde luego, me pareció que había riesgo. Apenas si hay arcenes y las carreteras, aunque con múltiples avisos referidos al respeto a los ciclistas, son rápidas, con muchas rectas y terreno favorable para que la gente aprieta el acelerador. Además, el terreno ondulado con numerosos toboganes lo complica un poco más.
La isla se ve, como digo, asaltada por gente que pedalea por el asfalto. Esa es la realidad. El clima y el turismo masivo lo favorecen. Pero no hay infraestructuras exclusivas para el ciclismo de carretera. No estamos en Alemania, Francia, Bélgica u Holanda. No, aquí ciclistas y conductores de vehículos a motor comparten vías. Cierto que el conductor de alquiler en general va tranquilo y sin prisa, pero, insisto, mi percepción es de que allí hay riesgo. Si la fiebre por el ciclismo continúa, creo que habrá que diseñar un plan específico. Las Administraciones Públicas tienen que considerarlo porque qué peor publicidad que la derivada de que hubiera accidentes.
La convivencia en carreteras sin arcén cuando los ciclistas cada día son más, se hace complicada. El conductor de un coche sabe que debe tener paciencia. Se le prohíbe ir a más de 50 kms/hora, aunque en la inmensa mayoría de casos no se respetará. El conflicto, me temo, está asegurado. Si Lanzarote quiere ser paraíso ciclista (algo que, por número de practicantes parece que ya lo está siendo), tiene que mejorar mucho. Y debe hacerlo desde diferentes ángulos, tal como ya explicamos en su día. Hoy, insisto, la realidad es que estamos ante una isla con mucho ciclista, pero a la que faltan iniciativas públicas coherentes con tal nivel de práctica.