Cada cual debe tomar la decisión. Hay muchas formas de pasar por este mundo. No hay duda de que vivimos rodeados de publicidad propaganda. Sí, esa es la paradoja: cada cual decide, pero esa decisión pudiera ser solo la consecuencia inevitable de lo que nos (mal)venden. Nos gusta tanto andar a lomos de nuestras bicis que morimos literalmente sobre ellas o a su lado. La Titan Desert se cobra una vida. Y no, no soy nadie para hablar de esa persona en concreto. La reflexión es mucho más genérica.
Las pruebas extreme son muy populares. No sé si esa es la definición correcta: ¿qué es una competición extrema? ¿Por qué usar esa palabra? ¿Qué pruebas se incluyen en esa categoría? Con los matices que hagan falta, pero creo que bien podemos hablar de la Titan Desert y de otras cientos de pruebas que juegan esta liga: la del desafío. Un reto siempre funciona. Moviliza energía. Antes, ahora y en el futuro. La cuestión es hasta dónde cada cual está preparado para ese desafío. Es una cuestión de cálculo, aunque la propuesta implica desde su formulación inicial, un evidente riesgo.
Tendríamos que hacer estadística para hablar con propiedad. Si reúnes suficiente cantidad de gente en torno a un evento, la probabilidad de que pase algo desagradable se incrementa. Es ley de vida. No hay mucho más que decir: si en la Behobia juntas a 20.000 personas, los boletos para que alguien sufra un problema serio de salud o, lo que es peor, para que haya muertos, son más. No obstante, yo vuelvo al argumento inicial: ¿no estamos llevando al límite, valga la redundancia, esto de los desafíos extremos?
En una prueba como la Titan Desert ves a exprofesionales del ciclismo de carretera. Y, claro, junto a ese selecto grupo se agolpa un buen ejército de aficionados que aspiran a cumplir sus sueños. ¿Hasta dónde cada cual está preparado para ello? No hay forma de entrar a analizar las circunstancias personales de todas y cada una de las personas que están compitiendo. Si acaso supongo que hacen falta ciertos controles, si bien la estadística de la multitud siempre será una losa. Cuando ves las clasificaciones de la Titan Desert caes en la cuenta de las enormes diferencias de rendimiento. El asunto es conocerse y saber gestionar el esfuerzo físico.
Es fácil también explicar la muerte en positivo: hacía aquello que le apasionaba. Sí, pero murió. ¿Antes de tiempo? Habrá quien quede glorificado por esa forma de dejar este mundo. Respeto. Pero no se me va la idea de la cabeza: cada vez hay más desafíos extremos y cada vez el marketing se adentra más con lo aspiracional. Estamos jugando con fuego al proyectar una imagen de que si no pasas por esa aguja, la de hacer lo que te apasiona hasta niveles extremos, no eres. Porque parece que ser pasa por llegar a los límites.
En fin, triste acontecimiento en una prueba tan reputada como la Titan Desert. Hasta donde sea posible, creo que es positivo reflexionar sobre el modelo social que está detrás de estas propuestas.
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