Hace ya un tiempo que estalló el fenómeno influencer. Bueno, en realidad siempre estuvo aquí. Antes se hablaba de prescripción, pero hoy el lenguaje se ha actualizado de la mano de las redes sociales en Internet. Ahora hablamos de influencers y de microinfluencers. Todo a mayor gloria de vender más, que es de lo que se trata siempre, claro está. Y en este patio cada vez más revuelto empieza a resultar gracioso cómo algunos influencers compaginan sus múltiples proyectos paralelos.
El niño Losada aparecía recientemente en La Rioja Bike Race con el Factory Team de Orbea, habiendo pasado antes por la Cape Epic luciendo los colores de su propio proyecto, la tienda de bicis ProTourBCN. Los logos juegan a lo largo y ancho de los maillots para intentar que todo cuadre. Depende del momento y de los acuerdos comerciales salimos con una u otra equipación. Así está montado el espectáculo de la venta, ya lo decía antes.
El caso es que las marcas siguen buscando vehicular ventas a través de ciudadanas y ciudadanos que sean capaces de influir en la jauría de seguidores que pueblan cada una de las redes sociales al uso. Es algo así como una especie de fuego a discreción en el que, otra cosa no, pero no está permitido dejar de disparar. Para ello, a cada competición del calendario le corresponde el inmisericorde reguero de producción de contenido en las redes sociales para que las marcas sigan pensando que esta es la forma de vender en esta parte del siglo XXI.
Las personas se han convertido en marcas. Hasta el propio Jesús García, el hombre que aparecía en los vídeos del canal BiciTv de Mamoth Bikes, se va y hay quien se lamenta porque ya nada será como antes. Sea el niño Losada, Ibon Zugasti, Jesús García, Valentí Sanjuan o el buen puñado de gente que se mueve entre esponsorizaciones diversas, es evidente que hay una inmisericorde competición por captar audiencia… que luego se supone repercutirá en ventas, ¿no? En vez de tenderos que te atienden con una sonrisa y te dan las explicaciones que necesitas en la tienda del barrio, ahora se trata de gente que dé bien ante la cámara y consigan audiencia en las redes sociales. Las varas de medir cambian, sin más.
En el ciclismo es muy habitual que las tiendas de bicis aparezcan ligadas a ciclistas profesionales que, terminada su carrera, quieren explotar su popularidad. Aquella vida pública se traduce hoy en followers en redes sociales. Así de simple. ¿Cuánto vale tu marca personal? Espera que me ponga a contar seguidores en YouTube, en Twitter, Instagram o donde sea. Las marcas salen de cacería y necesitan que su logo aparezca en los miles y miles de reproducciones que consiguen determinados vídeos. Nada nuevo bajo el sol, si no fuera porque ahora todo el mundo cree que podría llegar a ser influencer, la nueva profesión que se pone de moda.
En fin, ya he hablado de estas cosas más veces en otros posts. Solo quería incidir en que parece que el mercado está desbocado. ¿Más aún? Sí, la bola de nieve sigue cogiendo más y más volumen cuesta abajo.