James Longhurst cita en su libro Las batallas de la bici (traducción de Laura Carasusán) varias veces a Luis Vivanco, un antropólogo cultural que ha reflexionado en torno a lo que significa la bicicleta. En una de ellas (pág. 249) recoge la idea de que las bicicletas tienen muy poco de obvias: «Más bien, son objetos heterogéneos, multidimensionales y sujetos a un contexto, inmersos en condiciones tecnológicas específicas, prácticas de vida, relaciones sociales, significados culturales y dinámicas político-económicas». La cita está tomada de Reconsidering the Bicycle: An Anthropological Perspective on a New (Old) Thing.
En otro momento del libro recurre Longhurst también a Vivanco para argumentar que la bici vive expuesta a un determinado contexto temporal. En la página 38 se puede leer: «guarda una estrecha relación con el momento de una bicicleta, es decir, con su período histórico y con los diversos factores sociales y técnicos que han influido en la configuración y en las cualidades del objeto».
Comento lo anterior porque he terminado de leer Las batallas de la bici, este libro de James Longhurst en el que lleva a cabo un curioso recorrido a través de seis momentos históricos concretos –esos que llama «batallas»– de la bici en Estados Unidos. Comienza a finales del siglo XIX, con las primeras luchas para que la bici forme parte de la vía pública. Continúa con una cierta edad de oro a comienzos del siglo XX al normalizarse modelos de bicicleta más manejables. La tercera batalla que nos dibuja es la que supone un primer gran declive ante la pujanza del vehículo a motor en los años 1900-1930. Volverá un nuevo resurgir con la «bici de la victoria», insuflada de sentimiento patriótico al hilo de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el despegue del American Way of Life asociado a la libertad del coche enterrará de nuevo a la bicicleta en el mundo infantil. Por último, a partir de los años 70 una nueva batalla presenta a la bici otra vez como objeto apreciado por su contribución a minimizar los problemas medioambientales y como sinónimo de una vida saludable.
Todo este análisis lo lleva a cabo el autor desde una postura de fondo en la que presenta a las carreteras como objetos de dominio público. En gran parte, las batallas de la bici tienen que ver con formas de encarar el acceso a ese bien público.
No cabe duda de que es un libro que sirve para tomar conciencia de la multidimensionalidad de la bicicleta. Aquí ya hemos argumentado en más de una ocasión de lo amplio del sector de la bicicleta. Más allá de todo lo que rodea directamente su fabricación, la bicicleta se proyecta como estilo de vida, como realidad sociocultural y económica, con una capacidad considerable de penetración en el imaginario colectivo. Construimos sociedad también a través de la bicicleta. La tecnología se reconstruye socialmente, algo que constituyó uno de los pilares de nuestra tesis doctoral.
Seguramente que más adelante escribiremos algo más sobre el libro de James Longhurst porque el recorrido histórico que nos presenta da mucho juego para entender cómo encarar el futuro. Prometido queda. Podéis consultar más información sobre su libro y su proyecto en: http://bikebattles.net/
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