Pedaleando en el infierno: biografía de un ciclista en tiempos de penumbra es la reciente novela de Jorge Quintana y está publicada en Libros de Ruta. Si uno quiere ver el lado oscuro del ciclismo profesional aquí tiene un buen ejemplo. Si en 2012 David Millar había escrito Pedaleando en la oscuridad, ahora la novela de Jorge Quintana sirve para tomar aún más conciencia del pozo en el que cayo el ciclismo profesional hace unos años. La gran duda, por supuesto, es hasta dónde la situación continúa.
Soy de los que piensa que el deporte de élite juega en una liga al borde del precipicio. El círculo vicioso al que obligan las multitudes sedientas de espectáculo es perverso. La hipocresía está servida: conseguir resultados en ciertos niveles de competición exige vivir al límite y la línea que separa la patología del éxito es muy fina. El autor de esta novela nos traslada al peor universo posible: ese en el que un ciclista que vive con pasión la bicicleta tiene que cruzar la línea: la única manera de conseguir resultados es jugando a lo que todos juegan. Así de simple.
Como decía, la novela nos introduce de lleno en unos años muy oscuros del ciclismo. Son los tiempos de la muerte de Marco Pantani y la del Chava Jiménez (distintos contextos pero con puntos comunes), los casos del Festina o la Operación Puerto. Nos situamos hace más o menos 15 años. Los controles llegan hasta donde llegan y el juego del gato y el ratón es constante. ¿Lo seguirá siendo hoy en día? Desde luego que la sombra del dopaje es alargada. O más bien, la sombra de la exigencia de éxitos.
Cualquiera que haya leído literatura ciclista de tiempos pretéritos se encontrará con barbaridades. Los tours de la primera mitad del siglo XX eran salvajes desde múltiples puntos de vista: por una parte, los kilometrajes de las etapas eran sencillamente espeluznantes y qué decir de las condiciones de las carreteras o de las prestaciones técnicas de las bicicletas. El sentido de la épica se llevaba hasta sus últimas consecuencias. Pero cabe también ir más cerca en el tiempo y pensar por ejemplo en el caso del fallecimiento de Tom Simpson en las cuestas de Mont Ventoux o en declaraciones de Jacques Anquetil normalizando el dopaje. Sí, parece que siempre ha acompañado la práctica del ciclismo. Y de otros deportes con altas exigencias físicas. Como, en la práctica, lo son todos cuando se habla de élite.
Esta novela juega a mezclar el ensayo con las peripecias de un ciclista en sus primeros años. Quizá la trama se queda un poco floja, para mi gusto. Pero hay que alabar el intento de introducir la ficción en la realidad porque supone un juego entretenido. Los amores y desamores del protagonista, Luis Castro, se entremezclan con médicos, compañeros dopados, marcas y, en general, con el ambiente ciclista del nacimiento del UCI ProTour. Si te gusta el ciclismo de competición y quieres pasar un rato entretenido ya tienes lectura para el verano. David Millar, al término de su carrera profesional, dijo respecto al ciclismo que sentía por él un amor diferente, más maduro que el amor ciego que sentía en su juventud. Nuestras lecturas ciclistas también nos sirven para entender mejor las contradicciones en que se sumerge.