Llevaba un tiempo sin escribir por aquí. Supongo que como quiera que ando con bastante carga de trabajo, tanto en docencia como en consultoría, la frecuencia de posteo aquí se resiente. Pero no os preocupéis, que seguiremos escribiendo. Suave suave 😉
Algún día tengo que publicar un artículo a cuenta de un estupendo artículo de Lee Lau en Pinkbike: Economic Impacts of Mountain Biking Tourism – 2016 Update. Lo presenta como un update porque en 2014 ya escribió otro del mismo estilo. Una lástima que no haya continuado la serie porque al menos el de 2016 aporta una cantidad de fuentes considerable para entender el impacto económico del turismo relacionado con la bici de montaña. El caso es que cuando lo leía me iba quedando cada vez más claro que estamos ante una práctica que incluye unos cuantos perfiles diferentes.
Aunque el análisis de Lee Lau se centra sobre todo en la propuesta canadiense desde British Columbia y en determinados destinos de Estados Unidos, también incluye referencias de otros países. Mientras echaba un vistazo al caso de Graubünden en Suiza se me ocurría que, efectivamente, es muy diferente el enfoque de quien practica descenso o Enduro frente al de quien prefiere disfrutar paisajes a través de una marcha más tranquila y sin tanta adrenalina. Pero también puedes diferenciar entre quien prefiere disfrutar de rutas diarias a partir de un único lugar y quien, en cambio, goza con su bici a través de rutas de larga distancia.
Aquí en la península ibérica es conocido el caso de Ainsa Zona Cero, con una oferta específica destinada al sector Enduro. Por su parte, las distintas alternativas para pedalear por rutas de larga distancia ofrecen un panorama amplio y diverso. La TransAndalus o la TransEuskalherria –por citar dos travesías con las que mantengo una relación directa– ofrecen recorridos para quienes disfrutan con su bici por entornos naturales únicos. El Camino del Cid puede ser otra opción diferente, más cultural y con seguramente el apoyo institucional más potente de toda la oferta peninsular. Y las diversas vías del Camino de Santiago ofrecen rutas más transitadas y que pueden ser recorridos de iniciación para mucha gente.
Lo anterior me lleva a considerar que la variedad de oferta refleja una variedad implícita de practicantes de MTB. Estos nichos merecen una atención especial porque en la medida en que se analiza con mayor detalle el perfil de ciclista, la experiencia que se les puede ofrecer será más gratificante. Estoy convencido de que merece la pena profundizar en un análisis de estos perfiles para desarrollar una oferta de turismo de calidad, respetuosa con el territorio y que desarrolle valores positivos en la sociedad.
En un momento en que surgen muchas voces críticas con el turismo masificado, no ya solo con el clásico de sol y playa sino con el urbano (los casos de Barcelona o de Donostia/San Sebastián o incluso el incipiente de Bilbao), la segmentación de perfiles de practicantes de MTB puede contribuir al desarrollo de una actividad turística comprometida y responsable.
Como decía, a ver si retomamos ritmo de publicación en el blog. En fin, suave suave. Seguimos aquí, pero rondando más tranquilos 😉
Imagen de Susanne Jutzeler, suju-foto en Pixabay