Si hasta ahora nos habíamos movido por tesis doctorales en el ámbito de la economía y la empresa, esta vez queremos añadir diversidad también por lo que respecta a las temáticas. Así que de la mano de Jaio de la Puerta hemos llegado hasta Aitor Gabiola Domínguez, que defendió su tesis en mayo del año pasado dentro del programa de doctorado en Ocio, Cultura y Comunicación para el Desarrollo Humano en la Universidad de Deusto, con un título de lo más sugerente: Entre el sueño y la vigilia. Colectura hipertextual como ejercicio formativo en el marco de una nueva Bildung digital. Contó con Fernando Bayón como director de tesis. En la actualidad, desde hace tres años, Aitor trabaja como profesor de Secundaria en Barrutialde, en Gernika, impartiendo clases de Filosofía y Ética. Según nos cuenta, lo suyo es «profesor de vocación y corazón».
Sin más, vamos con los consejos que nos propone, desde su experiencia personal, para quienes estén con el doctorado entre manos:
- Tienes que enamorarte del tema que hayas elegido. Piensa en la tesis doctoral como si fueera una relación de pareja: de entre todas las personas que podías haber elegido, te quedaste con una. Algo verías como para pensar que era «la persona». Pues algo así debe sucederte con tu doctorado: aparecerán elementos que te harán dudar, pero tu enamoramiento debe superarlos. Por eso la idea tiene que salirte de dentro, de algo que conecta especialmente con quien eres. En el tiempo que dure el doctorado te va a pasar de todo y no queda sino aguantar de la mano de tus convicciones más profundas.
- Dedica el primer año entero a jugar y experimentar. Sí, tienes esa idea de la que te has enamorado, pero hay que abrirla para que le entre oxigeno y coja aire renovado. Tienes que ampliar la perspectiva y aceptar que en ese primer año puede que mute respecto al concepto original. Mejor que suceda ahora, en este primer año, que no luego más tarde, cuando quizá sea imposible volver atrás. Este primer año es el momento de viajar, leer, ver películas, contactar con gente. Es tu momento «esponja» para incorporar puntos de vista.
- Párate y deja de leer, tienes que ponerte a redactar. Si el segundo consejo te ayuda a coger perspectiva, este te debe conducir a poner foco y plasmarlo en un documento estructurado. Frente al Frankenstein en que podía convertirse el doctorado si no cierras el grifo, ahora toca invertir el juego y poner orden en el discurso. Es el momento, por tanto, de compartimentar bien el tiempo, de aplicar una lógica de paso a paso y en una secuencia determinada. Si ya has realizado la investigación, lo que procede es hilar fino y llevarla al documento.
- Abraza con orgullo el resultado que va saliendo. Es más que probable que no te sientas del todo a gusto con lo que estás escribiendo. Sí, no puedes dejar de compararte con Kant, Foucault o Gadamer. Los has leído y sabes que no llegas, ni de lejos, a su nivel, pero eso no debe restarle valor a tu trabajo. Estás intentando aportar, hasta donde eres capaz, algo nuevo. Es evidente tu inferioridad frente a la historia a la que te enfrentes, pero eso no quiere decir que tu tesis doctoral no merezca la pena. Puede que te entren dudas de si tu publicación llegará a una revista indexada, si das la talla en calidad, pero al final lo acabarás haciendo, no te quepa la menor duda.
- Lleva desde el principio la bibliografía bien actualizada. Si no, puede representar un trabajo descomunal que te genere cientos de dudas. ¿Dónde lo he leído?, ¿en qué página estaba?, ¿cómo lo referencio? No puedes permitirte el lujo de no controlar este aspecto formal porque te puede conducir a un sobreesfuerzo que incluso no te garantice que el documento no contenga errores.
Pues hasta aquí los consejos de Aitor Gabiola Domínguez. Esta vez provienen de un área de conocimiento diferente a las que habíamos traído a esta sección del blog. La diversidad es un valor y en lo que nos toque contribuiremos a ella. Mila esker, Aitor.
